El síndrome de inmovilidad provoca un deterioro en la calidad de vida de las personas mayores haciéndoles cada vez más dependientes. Incorporar una serie de hábitos saludables en la rutina diaria nos permitirá retrasar y revertir la incidencia de este síndrome sobre su salud.

Entre las personas de edad avanzada es común que se dé el síndrome de inmovilidad. Este se trata de una dolencia que se puede presentar por causas fisiológicas, debido a que las personas se ven obligadas a pasar una temporada en cama debido a una enfermedad, o por un cambio de actitud mental que los lleva a limitar sus movimientos por temor o inseguridad al sentirse más débiles.

Se trata de un problema muy peligroso ya que la inmovilidad afecta a la salud general pudiendo provocar pérdida de masa muscular, problemas en el sistema circulatorio y respiratorio, deterioro cognitivo y, en muchos casos, puede llegar a causar el fallecimiento de la persona.       

Para retrasar este síndrome es importante:

  • Mantener la actividad social. Seguir en contacto con otras personas motivará que salga de casa, participe en actividades y evite quedarse aislado. Acudir a un centro de día o reunirse con familiares y amigos es una buena forma de motivarle a seguir activo.
  • Realizar ejercicio. El ejercicio físico es el principal factor para prevenir la inmovilidad. Una rutina de ejercicio adaptado a sus condiciones físicas la permitirá mantenerse en forma el máximo tiempo posible. Tanto si se trata de actividades dirigidas como simplemente salir a pasear cada día un rato, este movimiento favorece ampliamente la salud y la calidad de vida de la persona.
  • Acudir a un fisioterapeuta. Tratar contracturas, problemas posturales y alteraciones en las articulaciones facilita el bienestar corporal y ayuda a que se eviten situaciones de inmovilidad prolongada. La fisioterapia es especialmente importante si la persona mayor se ha sometido a una operación o ha sufrido un accidente que haya limitado sus movimientos durante una temporada.
  • Adaptar su entorno. Al envejecer nuestro propio hogar puede convertirse en un obstáculo a la hora de seguir con nuestra rutina diaria. Adaptar la vivienda a sus necesidades le permitirá seguir realizando sus tareas sin caer rápidamente en la dependencia en otras personas.
  • Apoyar a la persona. En muchos casos la familia ayuda al desarrollo del síndrome de inmovilidad debido a la sobreprotección que ejercen en la persona mayor. Si se siente inseguro, es mejor acompañarle y ofrecerle nuestro apoyo que ofrecernos a hacerlas por él. Así se fomenta que siga manteniéndose activo.