La impotencia -cuyo término médico es el de «disfunción eréctil» (DE) – es la incapacidad de lograr o mantener una erección suficiente para una actividad sexual satisfactoria.
Aunque puede decirse con seguridad que todo hombre experimenta una disfunción eréctil de vez en cuando, la impotencia se define en términos médicos como la incapacidad para mantener una erección suficiente para el coito en al menos el 25% de los intentos.
La disfunción eréctil es una situación bastante frecuente; se ha calculado que en algún momento puede afectar en mayor o menor grado a la mitad de los hombres entre los 40 y los 70 años. Hasta hace poco era un tema que no solía tratarse abiertamente. Mitos y expectativas culturales de la sexualidad masculina han impedido a muchos hombres buscar ayuda para un trastorno que puede, en la mayoría de los casos, beneficiarse de un tratamiento médico.
¿Cómo es una erección normal?
Cuando no hay estimulación sexual, el flujo de sangre dentro del pene es muy bajo, lo que lo mantiene en estado flácido o no erecto. Cuando un hombre se estimula sexualmente, las arterias del pene se relajan y dilatan, y el flujo sanguíneo hacia el pene aumenta mucho. A medida que el pene se expande, sus venas -que tendrían que devolver la sangre del pene hacia la circulación de retorno- se comprimen, y la sangre no puede salir. Con más flujo sanguíneo entrando y muy poco saliendo, el pene aumenta de tamaño y de consistencia, dando lugar a la erección.
Causas de la impotencia o disfunción eréctil
La mayoría de los casos de impotencia o DE (70-80 %) están asociados con alteraciones físicas y no psicológicas. La DE se puede producir por alteración de uno o varios de los tres mecanismos responsables de la erección: bloqueo de las arterias; incapacidad de los vasos sanguíneos dentro del pene para almacenar la sangre; o daño en los nervios del pene o del área pelviana. También pueden ser responsables de una DE otras disfunciones fisiológicas, como bajos niveles de hormona masculina (testosterona).
Así, las situaciones que más frecuentemente producen impotencia son:
- Enfermedades que afectan a los vasos sanguíneos y restringen el flujo sanguíneo hacia el pene, como la diabetes, la hipertensión (tensión arterial alta), el exceso de colesterol o las enfermedades cardíacas.
- Situaciones que interrumpen la conexión entre el sistema nervioso y el pene, como la cirugía de próstata o lesiones traumáticas en la zona.
- Muchos medicamentos (algunos de ellos empleados para tratar la hipertensión y las depresiones), que producen DE como efecto secundario no deseado.
- Depresión nerviosa.
- Hábitos de riesgo para DE: Tabaquismo, alcohol, drogas, stress.
La incapacidad de experimentar o mantener una erección al despertarse por la mañana se considera un indicador de impotencia de causa física, en contraposición con la de tipo psicológico. La impotencia que persiste más de 3 meses y que no sea debida a un suceso estresante evidente, a drogas, a alcohol o a afecciones médicas transitorias que causan DE, señala la necesidad de recibir atención médica por un urólogo.
Impotencia o disfunción eréctil y envejecimiento:
Existen muchos malentendidos en este tema. Como resultado del proceso de envejecimiento, suele haber un periodo refractario mayor -tiempo necesario para una nueva erección después de un orgasmo-. La edad también parece afectar el tiempo necesario para excitarse y para la erección y la eyaculación. Todo esto se consideran cambios completamente normales. Si la DE es más frecuentea medida que avanza la edad se debe principalmente a que es más probable que aparezca alguna (o varias) de las enfermedades que producen DE y que se consuman alguno de los medicamentos que se sabe que alteran la función eréctil.
Diagnóstico de la Disfunción Eréctil
La DE es un diagnóstico médico y, como tal, debe realizarse por un facultativo cualificado. Para ese diagnóstico se puede recurrir a varios elementos:
1. Historia clínica. Interesa recoger la información sobre problemas médicos actuales y previos, medicamentos que se estén tomando y antecedentes de problemas psicológicos (estrés, ansiedad, depresión). El médico también requerirá antecedentes sexuales -inicio de la DE, frecuencia, calidad y duración de cualquier erección, etc.- e investigará la motivación para el tratamiento y las expectativas del paciente. En ocasiones puede ser apropiado entrevistar a la pareja sexual del varón con DE
2. Examen físico. Incluye una exploración del área genital y un tacto rectal (examen del recto con un dedo enguantado) para valorar el estado de la próstata. Deben buscarse evidencias de otras enfermedades -hipertensión, diabetes, ateroesclerosis, daño nervioso …-
3. Pruebas de laboratorio. Se harán análisis de sangre para medir los niveles de testosterona y, si es necesario, los de prolactina para determinar si hay problemas del sistema endocrino.
4. Otras pruebas. Pueden ser necesarios diversos exámenes específicos para detectar la DE, como pruebas de respuesta eréctil tras inyección de medicamentos que dilatan los vasos sanguíneos del pene, o la detección de erecciones nocturnas mediante diversos dispositivos.
5. Técnicas de radiológicas. La cavernosometría y cavernosografía de infusión dinámica (DICC) es una prueba en la cual se induce una erección con medicamentos, se mide la capacidad de almacenamiento del pene, se hace una ecografía de las arterias del pene (para medir la presión arterial de estas arterias), y se realiza una radiografía del pene erecto para obtener datos anatómicos precisos. Sólo es necesaria en algunos casos de problemas de erección.
Prevención de la impotencia
– Cambiar los hábitos de vida que afectan a la salud de las arterias y venas: No fumar, moderar el consumo de alcohol y de grasas (particularmente grasas saturadas), hacer algo de ejercicio y aprender a relajarse.
– Muchos especialistas han opinado que una de las mejores y más felices medidas preventivas consiste en hacer el amor frecuentemente con una pareja querida, buscando el placer.